El Bien y el Mal

 

EL BIEN Y EL MAL

 

Hay otra dualidad que está dando muchos dolores de cabeza a la Humanidad desde tiempos inmemoriales: el Bien y el Mal.

En este caso no estamos hablando de una cosa que es física y otra que no lo es, sino que aquí nada es físico o material. Ambas partes de esta dualidad son inmateriales, invisibles e inasibles, detectables en este caso sólo por el intelecto. Del mismo modo que la onda y la partícula formaban el fotón o que el cuerpo y el alma formaban el Ser o el software y el hardware formaban el PC, aquí el bien y el mal forman juntos un ente que podríamos llamar la Moral. 

Habrá quien diga que no, que el bien y el mal son categorías muy relativas y en cierto modo anecdóticas, que son lo mismo o reversible dependiendo del punto de vista, o que no tienen entidad propia. Pero es que eso es precisamente lo que estamos diciendo que son las cosas que forman las dualidades. El bien en exclusiva, en solitario, no podría existir, pues no sería perceptible, ni el mal tampoco, en el caso de que fuera mal lo único que existiera. Pero juntos forman una poderosa dualidad que cobra vida propia y con la que los humanos de cualquier raza y latitud, también de cualquier tiempo, tiene que lidiar lo quiera o no. La Moral es consustancial a la Humanidad, en exclusiva, y todos los demás seres vivos carecen de ella. Pero nosotros no podemos vivir sin ninguna Moral, sin ningún bien y mal juntos, sin tablas de la ley. Es una herencia que nos implantaron, y viene junto con la mente.

Pues bien, hablemos algo del bien y el mal.

Lo primero que podríamos notar es que efectivamente la Moral es una entidad que parece tener vida propia, que está viva y tiene propósito, que se desarrolla, que evoluciona, que cambia, que se reproduce. No es la misma en el tiempo, ni tampoco en el lugar. Muta. Es en todo un ser vivo que vive dentro de nosotros, con nosotros. Y tiene dos patas sobre las que se apoya, el bien y el mal.

¿Qué es el bien? En un instante dado el bien es lo que hace crecer al Ser, lo que hace aumentar la energía simultánea de la dualidad cuerpo y alma. El mal sería lo opuesto, es lo que hace menguar al Ser, lo que decrece su energía. Al instante siguiente la cosa podría cambiar, no los efectos del bien, que siempre repercutirán en un incremento energético del Ser, o del mal, al contrario, sino las causas de éstos. 

Lo que hoy es mal, mañana puede no serlo. El bien y el mal mutan, viajan indistintamente entre las relaciones de causa efecto y viajan también entre las latitudes geográficas y entre las mentes humanas. Lo que puede causarme un bien a mí, a ti puede causarte un mal, o viceversa. Es como si fuera una entidad diabólica implantada entre los seres humanos para causar en ellos y entre ellos un conflicto permanente. No hay mayor fuente de conflictos entre los seres humanos que precisamente la Moral, el Bien y el Mal con mayúsculas. Y todo es porque no es estable, porque cambia. Si fuera estable, si permaneciera fija en el tiempo, la Humanidad ya habría alcanzado el punto de equilibrio, y todos tendríamos el mismo bien y el mismo mal y no habría conflictos entre nosotros.

La Moral no es humana por el simple hecho de que, siendo una función de la mente, no está bajo nuestro control. Parece que decidimos nosotros, pero no es así. La Moral decide por sí misma, o está programada con comandos que están fuera del alcance humano. Nosotros sencillamente la seguimos, a veces de buen grado, otras a duras penas, pero en cualquier caso siempre estamos obligados a seguirla o ser destruidos en caso contrario. Nadie en realidad puede vivir más allá del bien y del mal de cada momento. Lo que en verdad se hace en algunos casos es anticipar el bien y el mal futuros y subirse a ellos superando el bien y el mal del presente. Es lo que hacen los creadores: una transvaloración de todos los valores, que no es tal, sino una simple anticipación del devenir.

Así pues, siendo nosotros mismos una dualidad, vivimos en simbiosis con otra dualidad ajena de origen desconocido, puesto que no sabemos nada de su origen, y nos singulariza únicamente a nosotros como especie de entre todos los seres vivos. 

Volver...