POEMAS (1)

 

 

Los poemas están repartidos en tres páginas. Ésta es la primera. Al final aparecerán enlaces a las otras dos, y para volver a la página principal. No siguen ningún orden lógico ni cronológico.

 

MIRADA

Un rumor de inquietos silencios

llega a mi espíritu errabundo 

y lo hace regresar, no sé de dónde.

¿Qué querrá ese suave retumbar,  

ese callado ronroneo, 

esos ecos lejanos e imprecisos? 

¿Por qué me atrapa y me seduce? 

¿De dónde viene? 

¿Qué quiere?

 

Me incorporo tardíamente,  

cuando ya la conciencia desparrama

su luz sobre el mundo y lo abre

descubriendo sus secretos.

Entonces me giro y la veo.

Sus ojos me miraban y me hablaban; 

el rumor que no oía

eran dardos de su luz 

que se me clavaban en la espalda, 

indoloros, llamándome quedo, 

pero con urgencia,

 insistentes, cautivadores.

Todavía en silencio 

dejamos que los ojos hablasen 

y se apaciguaran cálidamente entre sí, 

sólo un fugaz instante luminoso, 

hasta que las miradas de pronto 

se tornaron tímidas y disimuladas.

La niña no me conocía;

yo a ella tampoco.

 

DESAPARECER

El tiempo pasa lánguido,
un ruido, algún aire, esa puerta
y todo vuelve a ser como era
antes de ser lo que ha sido;
un fluido que viene y va
de lo mismo a lo mismo.

Me pregunto cómo será ese tránsito
del que nunca se vuelve,
a dónde van los seres
cuando mueren.

¿Qué se siente desde dentro?
¿Cómo saberlo?
¿Cómo extender el vuelo,
más allá de ese velo?

Uno ve desde fuera
cómo van desapareciendo
pero ¿qué sienten desde dentro
cuando llega ese momento?

¿Habrá pánico, horrores,
o será plácido el intento?
¿Sabrá uno lo que pasa,
o se empezará de nuevo?

El tiempo pasa lánguido, sí,
imaginando ese encuentro.
Un ruido, algún aire, esa puerta,
y todo vuelve a ser lo que era,
antes de ser lo que ha sido.

 

 UTOPÍA

¡Ah!, utopía mía, cómo echarte de menos
si vienes siempre conmigo,
mi estado de ánimo,
mi centro,
cómo no sentirte siempre a mi lado.

A veces, es verdad, inconsciente me olvido de ti,
y me pierdo en mundos que no son los tuyos,
-pero tú vienes conmigo.

Otras quiero esconderte adrede,
loco de mí, torpe insensato,
y busco probar distinto
prefiriendo no verte, ansiando el pecado
-pero aún así, vienes conmigo.

Los hombres se equivocan, o tal vez no,
en luchar por ti, utopía con otro nombre,
buscándote fuera, imaginándote fuera,
cuando vas dentro de ellos.

Pero no hace falta crearte; ya estás creada,
completa como siempre has estado,
desconocida de otros
que viajan entre mundos
y se olvidan de ti
o te creen entelequia.

Porque sólo hay que recordarte un poco,
invocarte, necesitarte,
sentir tal vez el agobio por la asfixia
de estos mundos de atmósfera irrespirable,

Para que se te vuelva a ver,
vibrante y contagiosa,
oh tú, reina de la inocencia,
paraíso sin tiempo ni ley,
hacedora de mundos,
rebosando siempre energías que liberan
devolviendo todo a su ser primero:
la utopía misma, el centro, la fuerza vital,
la flecha joven que dispara el universo.

Y luego, otra vez en plenitud,
sentir y crear nuevos mundos que nacen
y se desarrollan y mueren,
inconscientes de que ellos, al contrario que tú,
-¡oh! utopía eterna, perpetuo fuego!-
desaparecerán al fin, heridos por el tiempo.

 

EN MEMORIA

A veces, en algún momento, por ese instante
en que el tiempo se detiene y el mundo se congela,
cuando las cosas son cuadros de figuras irreales
y siento que a la nada pertenezco,
cuando más solo me encuentro y desnudo de palabra,
suavemente me acuerdo todavía de ti, amor,
y llenas mi vacío otra vez, como antaño.

Te recuerdo de entonces lozana, alegre y misteriosa,
enamorada de ti y de mí y de nosotros,
de esa vida que aún siquiera empezabas
y ya veías como feliz flecha disparada
desde el día primero que el destino nos unió
con aquel encuentro inesperado.

Y yo volaba sobre tus sueños de futuro
por querer traerlos a los pies de tu presente
empujado por las alas de un amor arrebatado
que jugaba como niño con tu larga cabellera.

No voy a decir que no hubo nubarrones
ni días de disgustos y rayos y tormentas;
el desacuerdo a veces sin llamar nos visitaba
y algunos días se sentaba a nuestra mesa
instaurando el reino del reproche y la protesta.

Pero era el silencio quedo, y no rutina,
lo que volvía el mundo a su armonía;
y recuerdo que entonces reías de improviso
por cualquier sencilla fruslería
y otra vez de amor todo se inundaba
con la plena luz de tu alegría.

¡Y era cuando me llamabas Juanito
porque yo te sonreía
y nos dábamos un beso
por cualquier tontería!

Pero en mis horas solas,
cuando nadie me ve y me siente,
recuerdo nuestros recuerdos
con cierta melancolía,
y sigo sin entender qué pasó
para que tuvieras que irte
con el amor que tenías.

Ahora vivo otra vida inesperada
que el mundo imprevistamente me regala
cuidando de los dones que dejaste
-que son tus hijos y los míos-
y otra bien amada compañía.

Pero tú, esposa mía, madre de tesoros,
mi amor lo eres en el mundo de la idea
como nadie lo será ya hasta que muera
como fuiste mi amor del alma y de la carne
por el tiempo que esta tierra te dio vida.

¡Adiós, Rosa querida, o hasta luego!

 

 

HE TENIDO UN SUEÑO

Como ayer aquel negro,

-apellidado King, rey del amor que atrae lo distante-,

hoy les cuento que anoche tuve un sueño

que ingrávido me elevó sobre la tierra,

mostrando a mis ojos un cielo de dudas. 

 

¿A dónde la tierra irá, -pensaba yo desde arriba-,

tan llena de tonterías, esa cáscara de nuez

que por azar se preña de breve vida?

¿Qué ley la gobierna, qué mendaz mentira la rodea?

 

Pero entre el cielo

azul oro soñado

y la tierra abajo

quebrada y perdida

atisbé una luz poblada

de jóvenes utopías

que me llamaban locas

con infantil alegría: 

 

"¡Ven a mí, 

corazón solitario,

que curarte puedo 

tu ancestral tristeza, 

tu desigual alegría!" 

 

Y así cantaba

la más atrevida,

la que más reía;

y toda la noche,

en feliz ensueño,

la pasé entre risas

de jóvenes utopías.

 

(Una vez una escritora dijo de otro -con algo de sarcasmo- que tenía la misma sensibilidad literaria que un ingeniero de telecomunicaciones. Yo, que soy de esa profesión, me sentí aludido y me salió del alma esta respuesta).

VERSOS TECNOLÓGICOS

Tal vez las ondas eléctricas te bañen un día

de energético amor por el cuadrado de tu radio

y luego de sumarlas inconsciente las dividas

por la raíz cuadrada de tu inocente desatino.

 

Ese día, mi amor, tu alma será por ellas modulada

aumentando la frecuencia y el volumen de su alcance

y sin apenas darte cuenta ni saberlo, cielo mío,

en el éter infinito reinarás con el campo de tu fuerza.

 

Volarás subida a un caballo azul de fotones alocados

que rodearán tu cintura de fugaces partículas luminosas

cambiando feliz el espectro de tu radiación psicotrónica

y acordándote de mí, pobre ingeniero del verso y de la ciencia.

 

(Entonces podrás comprender

cómo se pueden querer

dos oficios a la vez

y no estar loco)

  

SI YO TE COGIERA…

Si yo te cogiera por tu cintura

con mis manos apretadas

y mordiera tu nuca suavemente

haciendo sentir en tus glúteos

el familiar empuje de mi pelvis

humedeciendo tu cuerpo

poniéndolo dispuesto a recibir

el empujón divino

que te llevara al séptimo cielo

donde pudieras sentir al fin

la plenitud en tu oquedad infinita

irradiando por todo tu cuerpo

el placer que ahuyenta el vacío… 

¡Ah!, si yo te cogiera…

 

HIJO

¿Qué mañana encontrarás más allá de esta luz, hijo mío,

que mantenga el rumbo del mundo y lo dirija?

(Intento imaginarte, mi niño,

en el tiempo de mi ausencia,

cuando un soplo de aire sea 

esparciéndome en el espacio,

disgregándose el recuerdo 

de los abrazos que me hicieron)

 

Tú, hijo mío, que ahora vienes indeciso y nuevo,

¿qué mundo te abrirá mañana su vientre interrogado?

¿qué querrás? ¿qué soñarás?

¿qué verán tus ojos abiertos,

cuando el hado deposite en ti su manto de misterio,

y yo no sea sino tenue brisa incontrolada?

¿Qué verás, hijo mío, que yo ahora pueda vislumbrarlo? 

 

Tú, que eres parte de mi sangre,

trozo de conciencia mía separada,

¿a dónde irás mañana que no deba retenerte

porque libre seas sin recuerdo del pasado?

 

Viajarás hacia un destino que no se ha escrito

por senderos sin señales expresadas;

mas cómo me gustaría acompañarte, hijo mío,

verte y sólo ser camarada tuyo en el camino.

 

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