Acerca

 

Acerca de mi…

Bellavista-1974
Cuentan que una vez un chavalito imberbe que sin embargo lucía ya incipiente bigote, decidió escribir la obra de su vida ayudado de la primera y única mecanográfica portátil que pudo tener, de la marca Olivetti, regalo de la familia un día lejano de afortunado recuerdo, cuando aún eran tiempos de carestía y estrecheces y el regalo parecía a todas luces inmerecido.

Aquel joven imberbe tomó su juguete y empezó a pergueñar ahí sus primeros delirios de grandeza golpeando duramente las indóciles teclas, imaginando por primera vez de manera imperfecta mundos ignotos de ficción y poesía, creyendo apenas que tal vez la inmortalidad le abriera algún día las puertas del paraíso.

Hoy vuelve atrás la mirada y el hombre ya maduro sonríe al tiempo agradeciéndole su gentileza por haberle permitido hacer camino al escribir, aunque la mayoría de las veces hayan sido sólo breves destellos luminosos que luego se pierden en la noche infinita, casi siempre desapercibido para todos excepto para él, y aunque aquel paraíso soñado haya devenido ahora en una apacible contemplación del mundo del que ya no espera nada más, salvo que le permita seguir escribiéndolo.

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París 1973- El Sena y la Torre Eiffel

Lo que yo diría de mí es lo mismo que se dijo de un jugador emblemático del Real Madrid, aquel rubio que se hacía llamar Guti, que cuando ya llegaba y pasaba de los treinta, edad en la que casi se es un anciano para el fútbol, se dijo de él que era una eterna promesa. Desde los juveniles había sido una eterna promesa y colgó las botas siendo eso mismo, una promesa que nunca se concretó en realizaciones. 

Lo mismo diría de mí, en lo que a literatura se refiere. Desde niño he apuntado maneras como escritor, aunque nunca acabé de eclosionar del todo. No obstante, el gusto por leer y escribir ha perdurado en mí como una entrañable afición que me seguirá acompañando toda la vida.

Nueva York 2017- Quinta Avenida   
He sido durante muchos años ingeniero técnico en telecomunicaciones y a mi edad ya he pasado por algunas experiencias y varios empleos distintos. También he pasado por casi todos los estados civiles, excepto, quizás, el de difunto, que afortunadamente aún no me adorna. Ni les cuento. Pero estoy feliz en general y llevo con cierta dulzura los antiguos dolores. El sabor no tiene color, pero sí es distinto a cada edad. Que se lo pregunten al whisky.

Si tuviera que hablar de algo que haya aprendido en el mundo diría que todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar. Es un pensamiento que puede parecer otoñal, por lo que sugiere de ocaso y de humilde insignificancia humana, pero es también luminoso y primaveral por lo que sugiere de comienzo, de viaje de vida único e irrepetible, emocionante hasta el éxtasis en algún momento excepcional. Pasar por la vida, qué bonita experiencia. Y que nos quiten lo “bailao”.

 

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