Materia y Energia

 

MATERIA Y ENERGÍA

Hay una dualidad de la que habría mucho que hablar y de la que mucho se ha escrito ya. Es la mayor de todas, la más inmensa, la que comprende y abarca a todas las demás dualidades que pudieran existir. Estamos hablando de la dualidad formada por la materia y la energía, que juntas forman lo que llamamos Universo. Hay muchas precisiones que hacer antes de decir más cosas de esta dualidad. Por ejemplo, algunos podrían decir que materia y energía no forman ninguna dualidad puesto que ambos elementos son lo mismo, y solamente se diferencian en su diferente frecuencia vibratoria. Hay quienes dicen que todo es energía y también hay quienes dicen que todo es materia. Otros prefieren llamar mejor a los elementos de esta dualidad como materia y espíritu, por la misma razón.

Por supuesto que todo podría ser materia, y por supuesto también que todo podría ser energía; eso dependerá de cómo y dónde enfoquemos nuestra percepción. Es un problema parecido a la dualidad onda partícula, donde un mismo fenómeno puede manifestarse bien como frecuencia vibratoria bien como partícula sólida mensurable en el espacio, siendo las dos cosas a la vez.

Y efectivamente, como dijo Einstein, la energía y la materia son intercambiables mediante su famosa ecuación, donde la velocidad de la luz es el elemento de intercambio. Todo podría ser y provenir de la materia y todo podría ser y provenir de la energía, así pues, ¿cómo podría negarse, pues, que no constituyen una dualidad en su conjunto?

Otra precisión importante que habría que hacer es sobre un fenómeno casual que se da en las percepciones que tenemos nosotros, los seres humanos, sobre el mundo que nos rodea. A pesar de que los nuevos paradigmas nos acercan ahora a la conclusión de que todo es energía, siendo ésta el origen de todo lo que se manifiesta, no es menos cierto que nuestra percepción no está entrenada para percibir directamente la energía, sino básicamente la materia.

Comprendemos mucho mejor la materia, la detectamos con mucha mayor facilidad y naturalidad que la energía. Nuestros sentidos perciben muy naturalmente todo lo que es tridimensional, lo que puede verse, medirse, pesarse, tasarse, todo lo que es sólido. La energía no la percibimos directamente con nuestros sentidos naturales. No podemos verla, ni tocarla, olerla o escucharla. Sólo podemos darnos cuenta de su existencia con la ayuda de otros órganos sensitivos superiores que no son materiales, sino sutiles, que provienen de nuestra alma o nuestra psique: el pensamiento, la intuición, la visión. También, desde un punto de vista exclusivamente material, con los instrumentos de medida que creamos para ese fin.

De hecho, si lo pensamos bien, para nuestros sentidos naturales la energía es sólo una deducción, una reducción al absurdo, algo que sólo suponemos que debe estar ahí, como una abstracción que tenemos que hacer para poder explicar fenómenos que no podríamos de otra forma observando sólo la materia. La energía no la podemos ver como vemos a la materia, tan sólo podemos deducirla por sus efectos. Y con el tiempo y la costumbre, acabamos confundiendo a la energía con sus efectos. Y así hablamos de temperatura, de presión, de velocidad, de radioactividad o de luminancia para describir a la energía, cuando son sólo efectos que aluden a algo inaprensible que sabemos que debe estar ahí.

Ocurre que por razones que yo creo que todavía no han sido suficientemente estudiadas, desarrolladas y explicadas, nuestra civilización tiene desplazado el centro de gravedad de todo su conocimiento hacia el mundo material en menoscabo del mundo energético. Nuestra percepción está mayoritariamente enfocada en la materia y no en la energía. Lo que sabemos de la energía es todo o casi todo desde el punto de vista de la materia, de los efectos que la energía produce en la materia, pero no existe todavía una ciencia energética pura en sí misma, estudiada exclusivamente desde nuestra parte que es sólo energía, nuestra percepción etérea, que la tenemos y la usamos además profusamente en nuestra vida diaria de manera inconsciente: nuestra alma, nuestra psique o nuestra conciencia. 

O mejor todavía, una ciencia que aborde el estudio de la materia y la energía conjuntamente con el conjunto de todas las capacidades de nuestra percepción, tanto materiales como energéticas. Una ciencia holística estudiada con todo el Ser integrado. Una utopía por ahora.

No existe todavía en nuestro mundo una ciencia de la conciencia y de la percepción, con lo urgente que comienza a serlo ante los nuevos paradigmas que estamos enfrentando. Pero según algunos testimonios esa ciencia sí existió en el pasado, en otras civilizaciones más antiguas, y también se dice que aún pervive en grupúsculos por aquí y por allá, ocultos e insertados en nuestras sociedades.

En otro tiempo no se enseñaba a los niños y a los jóvenes a memorizar fórmulas y manejo de datos como hoy, sino el manejo directo de la energía y de la materia a través del manejo de la percepción. Como en la escuela Howard de Harry Potter, parece que en tiempos remotos existieron algunos métodos de enseñanza similares, salvando las distancias de la imaginación. Después ese sistema parece que degeneró en gran parte, precisamente por exceso de irracionalidad, y entonces la Humanidad se fue decantando poco a poco hacia el punto de la Razón, la percepción mayoritariamente enfocada en el mundo material.

Yo sospecho que hay mucha veracidad o verosimilitud en esos testimonios de lo que se hacía en tiempos antiguos. Tenemos toda una historia de lo mágico acompañándonos durante siglos y milenios, en paralelo con la historia de los acontecimientos cotidianos. Todo está en nuestro inconsciente colectivo, en nuestra alma colectiva, en toda la energía que nos rodea. La dualidad de la materia y la energía es como la dualidad del cuerpo y el alma, excepto que la primera sí es inmortal e imperecedera. Todo está ahí, por siempre. Nada podría desaparecer en esta Gran Dualidad del Universo formado de Materia y Energía, porque si no, ¿a dónde iría? 

Como han dicho algunos maestros espirituales, podría llegarse a sólo estirar el brazo y agarrar lo que se quiera de esos archivos akhásicos, de esa biblioteca infinita, de esa eternidad inmensurable de combinaciones de Materia y Energía.

Sólo aquí, considerando esta Gran Dualidad, todo este Universo formado de materia y energía, tanto visible como oscura, a esta infinita escala, podrían tener sentido y caber todas las sincronicidades, todos los fenómenos de almas reencarnadas, todas las teorías, todas las aplicaciones, todos los eternos retornos, todos los ciclos, todo de todo, en suma. Todas las verdades. En esa eternidad hay tiempo para todo, para todas las combinaciones, para todas las mutaciones, para todo lo increíble. Todo podría ser. Todo es posible. Créanlo, todo es posible. No lo duden de antemano, porque podría ser. Pero no lo crean hasta que no lo perciban, porque a lo mejor no es en su tiempo, sino en otro. Cada vida, cada conciencia, es sólo una finísima línea de tiempo en ese maremágnum de materia y energía. Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio horizonte de sucesos, navegamos por nuestro surco atravesando ese oscuro mar de la conciencia. Vemos lo que veremos, pero siempre estaremos rodeados de lo que no veremos, de lo que no sabremos, de lo que no viviremos. Y sin embargo sabemos que todo lo imaginable y todo lo inimaginable estará siempre ahí, en esa Gran Dualidad de la Materia y la Energía.

Esa Dualidad no ha empezado nunca, yo creo, y nuca acabará.

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