Servicio

 

SERVICIO A SÍ MISMO Y A LOS OTROS

Hay una última dualidad importante con la que, después de hablar algo sobre ella, previsiblemente terminaría estos intentos. Tiene que ver con los seres humanos, con sus diferencias, con la presumible división que hay entre ellos. Si agrupáramos a todos los seres humanos de la Tierra y tuviéramos que hacer una división en dos grandes grupos entre ellos, ¿cuál sería la principal característica de cada una de esos grupos? Veamos algunas posibles.

Cualquier cualidad humana, cualquier sentimiento, cualquier emoción, cualquier pensamiento o actitud, tendría su opuesto también. Estas pequeñas dualidades ya dijimos que se dan en todos los niveles y en todos los estados. Así tenemos el egoísmo y la generosidad, el amor y el odio, la humildad y la arrogancia, el dolor y el placer, etcétera..., la lista podría ser casi interminable.

Pero tendríamos que escalar entre los peldaños de esas pequeñas dualidades hasta llegar a una característica común que las englobe a todas, de tal modo que la dualidad que genere esté presente en todos los grupos humanos indistintamente, en todas las razas, en todas las latitudes, en todos los tiempos. Una dualidad que, en lo que se refiere a la Humanidad, esté al mismo nivel por ejemplo que la materia y la energía en lo que se refiere al Universo. Una Dualidad Global Humana. Yo me permito proponer una, dar un nombre a los elementos de esa dualidad, que ya existe y pulula por la Red y por las conciencias. La dualidad formada por los seres humanos que se sienten inclinados por el Servicio a Sí Mismo y otros humanos que se siente inclinados por el Servicio al Prójimo. Los nombres de los elementos de esta dualidad hacen esta distinción principal entre los seres humanos, y la extienden a todas las razas y civilizaciones. Es una dualidad que existe a nivel de conciencia humana, y existe en todos los seres humanos. Podrá llamársele de otras formas, y de hecho en otros sitios se les llama de otras maneras, pero a mí particularmente me pareció que los términos del Servicio al Prójimo y del Servicio a Sí Mismo define muy bien y da una manera muy intuitiva sobre qué es lo que puede haber dentro de cada ser humano, a la vez que puede abarcar sin demasiados aprietos a todo lo que contiene en su interior, desde el punto de vista colectivo.

Démosla entonces por hecha, admitamos que existe esta gran dualidad entre los seres humanos, y miremos la historia y el futuro colectivo de la Humanidad a través de ella.

Lo primero que tendríamos que admitir es que existe una interminable guerra entre esas dos grandes tendencias humanas, aún hoy con final incierto. Cada una de ellas tiene sus ideólogos, sus teóricos, sus filósofos, sus ejecutores. Cada una de ellas tiene base en la experiencia humana, en la naturaleza, no es utópica ni simplemente idealista, cada una de ellas tiene algún tipo de justificación, no existe porque sí, sino porque hay una razón para ello. Puede que desde un lado no se vean las razones de la otra parte, o viceversa, pero el hecho de que persistan en el tiempo, de que después de milenios ninguna de ellas haya conseguido prevalecer sobre la otra de forma clara y determinante, eso indica que las dos son necesarias, las dos son útiles, las dos son intercambiables en el tiempo.

Enfoquemos esa dualidad desde la perspectiva actual y busquémosla en nuestras sociedades. Podrían ser, por ejemplo, en general y con algunos matices, los partidos conservadores y progresistas, las clases dominantes y las dominadas, las élites y los conspiranoicos, etcétera… Miremos en cualquier parte del mundo, mirémonos cada uno de nosotros e intentemos situarnos en esa clasificación, ¿somos del Servicio al Prójimo o somos del Servicio a Sí Mismo? ¿Cuál es nuestra tendencia dominante? 

Con frecuencia he creído encontrar algún tipo de desconocimiento sobre esto entre gentes con las que trato. Muchos somos partidarios del amor y la paz y sin embargo practicamos la guerra contra nuestros semejantes, con denuedo y sin ninguna piedad ni consideración, a veces con crueldad y alevosía. También ocurre al revés; habemos gente muy dura y muy belicosa que hablamos sin ninguna compasión por nada, pero que luego somos incapaces de aplastar una hormiga. Hay mucha confusión sobre esto, mucho infiltrado inconsciente de cada uno de los bandos en el bando contrario, mucho republicano en el partido demócrata y mucho demócrata en el partido republicano, por poner un ejemplo. Como en todo, hay grados y gradientes. Pero también hay una dominante resultante, aunque nos resulte desconocida.

La moda actual es que el Servicio al Prójimo sea enaltecido y el Servicio a Sí Mismo sea vilipendiado. La generosidad está al alza y el egoismo está a la baja, por lo menos en la conciencia colectiva publicada. En otro tiempo y en otras sociedades quizás era al contrario. Ahora parece que los malos son los del Servicio a Sí Mismo, eso es en teoría lo que se insufla hoy día a la sociedad por todos los canales disponibles. Los del Servicio a Sí Mismo son los que hacen las guerras, los que matan por el poder, los que dominan y explotan al hombre, los que engañan, los egoístas e insaciables. Aparentemente, los que mandan y dirigen la sociedad son siempre los malos, y por eso los políticos, los militares, los empresarios, los ricos y poderosos en general, a duras penas tienen que lidiar con ese estigma diariamente. En muchos lugares ser rico y poderoso suele ser sinónimo de poseer maldad intrínseca. Muchos no quieren ese estigma y renuncian, otros lo disimulan, otros, los menos, lo asumen como propio. La mayoría lo niega. Pero ahí está en todos los documentos escritos y audiovisuales que salen a la publicidad. Los malos son los del Servicio a Sí Mismo y son los que están mayoritariamente en el poder. Los buenos son los del Servicio al Prójimo y no suelen estar en el poder.

Hay una visión natural que explica muy bien el mecanismo del Servicio a Sí Mismo y cómo éste obedece a una ley inexorable que está más allá de los mismos hombres, que cuando se enfrentan a ella no pueden hacer otra cosa sino obedecerla. El duro mundo competitivo de los espermatozoides, por ejemplo, para lograr llegar hasta el óvulo y fecundarlo. Aquí no puede haber apoyo mutuo, o solidaridad, o Servicio al Prójimo. Es una lucha solitaria y sin cuartel para lograr llegar primero que nadie. Sólo un espermatozoide puede fecundar al óvulo, los demás desaparecerán sin lograrlo. Esa misma fuerza, ese impulso ancestral que mueve ciega y egoístamente al espermatozoide, es la fuerza dominante que se puede encontrar entre los seres humanos de la tendencia del Servicio a Sí mismo. Y como se ve, es una fuerza guiada por la vida y para preservar la vida.

En cambio, cuando se ha logrado la fecundación, a partir de ese instante asistimos al asombroso espectáculo de la cooperación, del apoyo mutuo, de la solidaridad, del Servicio al Prójimo, otra vez como en el caso anterior, obedeciendo a leyes inexorables preescritas grabadas en nuestros genes, que no se pueden obviar. El óvulo y el espermatozoide colaboran y se funden y se desdoblan, apareciendo nuevas células que a su vez cooperan unas con otras y se desdoblan, y continúan todo el proceso hasta formar el más claro ejemplo de apoyo mutuo y de Servicio al Prójimo que podemos encontrar en la naturaleza, la formación de un cuerpo vivo, compuesto de millones de células, todas trabajando en estrecha colaboración para un mismo fin, en completo olvido de sí mismas.

Tanto el Servicio a Sí Mismo como el Servicio al Prójimo, en su esencia más pura y elemental, obedecen a leyes naturales, no son perjudiciales en sí mismas y no podemos obviarlas. Otra cosa son las perversiones, las degradaciones y las aberraciones que también se producen en la naturaleza.

En su tiempo fue algo polémico en Internet un documental aparecido en Youtube llamado THRIVE. Tanto en el propio documental como en debates posteriores, se ha planteado qué pueden querer los poderosos, una vez que ya tengan todas las riquezas del mundo y todo el dominio sobre el planeta y todas las conciencias que lo pueblan. ¿Qué se puede querer más que eso? 

A riesgo de parecer pesado y de equivocarme otra vez, yo creo que lo que realmente quieren es no morir, no desaparecer, perdurar, ser eternos, imperecederos. Eso es lo que realmente quieren, aunque muchos de ellos no lo saben conscientemente, y por eso nunca tienen bastante con todas las riquezas y todos los poderes del mundo. Está en nuestro programa genético, es nuestro mayor comando: no desaparecer. No podemos hacer otra cosa sino obedecer esa ley. Quieren ser ellos, y no otros, los espermatozoides que logren perforar el óvulo de la eternidad y fecundarlo, para así perdurar. Cuando llegan arriba del todo de ese poder que han perseguido toda su vida, a la cúspide de la pirámide, muchos de ellos si no todos, lo que sienten es el vacío, la absoluta nadería de todo, que no está visible en escalones más abajo porque la atención estaba centrada en el siguiente peldaño, y porque muchos de ellos ya habían olvidado para qué buscaban el poder y la gloria creyendo que ambos eran un fin en sí mismo. Pero arriba del todo ya no hay más peldaños, ya no hay más nada, no hay nada más que conquistar o alcanzar o poseer, y se quedan mesmerizados mirando la eternidad sin saber qué más hacer con ese gran óvulo que tienen ante sí. Algunos puede que lo logren, no obstante, fecundar, digo, ese hipotético óvulo de la eternidad y dieran lugar de esta forma a otros estadios evolutivos impensables para nosotros aquí y ahora.

De la misma manera que muchos seres humanos estamos perdidos en nuestros caminos y degeneramos, así sea en nuestras artes como en nuestros oficios, también los que emprenden el camino del poder, la gloria y la riqueza, pueden degenerar y envilecer. Y lo hacen con mucha frecuencia. Y casi todos, por no decir todos absolutamente, se pervierten. Ya toman su camino no como el espermatozoide, que busca egoístamente su camino pero sin atacar ni matar a otros, sino que en cambio actúan impidiendo el libre camino de los demás. Avanzan sobre la explotación y el dominio de los demás, considerando a todos como sus enemigos, y sojuzgándolos o eliminándolos de la manera que sea posible.

Es el mundo en que vivimos, depredador en grado sumo, donde o eres cazador o eres presa. La tendencia del Servicio al Prójimo nace precisamente para contrarrestar eso, para construir, para crear, para sostener, para alejarnos todo lo que podamos de las aberraciones que existen en la naturaleza y en nosotros mismos y que pueden destruirnos. 

Pero no habría que olvidar que también el Servicio al Prójimo tiene sus aberraciones y sus excesos. No se puede, por ejemplo, imponer, ni exigir, ni legislar contra la voluntad del otro. Debería ser una iniciativa propia y espontánea, nacer de una aceptación y una comprensión, no de una imposición. Y a veces se quiere imponer de manera colectiva trayendo de esta forma la semilla otra vez del Servicio a Sí Mismo en su peor versión. 

El camino contra las aberraciones y las perversiones es muy largo y exige mucha paciencia, mucha tolerancia, mucha moderación, mucha empatía y mucho ejemplo propio. Si no se tiene eso, enseguida se convierte cualquier paso que demos en un paso más hacia la misma perversión que se quiere combatir.

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